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Quién creó la franquicia

A pesar de que el concepto de franquicia surgió hace unos cuantos siglos, no consiguió cierta fama hasta la década de 1930 en Estados Unidos, donde el auge de los vehículos o la electricidad ayudaron a que se fuesen formando este tipo de concesiones de derechos de explotación. Además de los vehículos o la electricidad durante los años 30, un poco más tarde, en la década de 1950, la autopista interestatal también impulsó franquicias de alimentos y establecimientos de servicios por Estados Unidos.

Según los datos de la Asociación Internacional de Franquicias, se calcula que aproximadamente un 4% de los negocios en Estados Unidos son franquicias, por lo que  al seguir presente en nuestro día a día, pensamos que es de suma importancia conocer su verdadero origen.

1. Dónde y cómo surgieron las franquicias

Origen etimológico de la palabra franquicia

En primer lugar conviene saber de donde procede la palabra franquicia. Tenemos que remontarnos a la Edad Media, años en los que existían varias zonas urbanas en el Camino de Santiago francés con múltiples privilegios, a las que se denominaba franquicias, debido al origen francés o franco de la mayoría de componentes de las agrupaciones.

Pero antes de llegar a la época de las peregrinaciones por el Camino de Santiago, se utilizaba el gentilicio germánico franco como sinónimo de palabras como “exento”, “libre”, “noble”, etc., debido a que los francos que dieron su nombre a Francia provenían de familias exentas de cargas fiscales pertenecientes a la clase noble, llevando consigo  debido a ello frases como Franquicia, como franqueza.

2. Singer, considerado el inventor de las franquicias tal y como se conocen hoy

A pesar de que el origen etimológico de la palabra franquicia provenga de los francos durante la Edad Media, para llegar al sistema de franquicias tal y como lo conocemos ahora, tenemos que pasar hasta el año 1858, donde una industria de maquinas dedicada a la costura, empezó a lograr beneficios gracias a la venta de derechos y con ello dando pie al considerado el precursor del sistema de franquicias de la actualidad.

El nombre de la persona encargada de estas máquinas de coser era Isaac Singer, el cuál durante el proceso de comercialización de su invento encontró dos principales barreras:

  • Escasez de capital para poder financiar la fabricación de la máquina de coser a grande escala.
  • Conseguir que sus clientes pudieran aprender a utilizar las máquinas antes de comenzar a utilizarlas.

A posteriori, consiguió encontrar la respuesta gracias al Singer Sewing Centre (Centro de Costura Singer), comenzando a ofrecer los derechos a hombres de negocios que comenzaron a vender máquinas y enseñar a los nuevos clientes a utilizarlas correctamente.

Este servicio gobernado por un contrato durante un tiempo determinado, hizo que Singer pudiera financiar la fabricación de todas sus máquinas y las franquicias autofinanciarse, naciendo un exitoso método de distribución para diferentes servicios y productos.

De esta forma Singer llegó a alcanzar el 55% del mercado de máquinas de coser domesticas, lo que suponía unas 200.000 unidades anuales, y a expandir su negocio a otros productos como máquinas de coser industriales o planchadoras de vapor.

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